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Comunicación animal

- ¿Qué le pasa al animal?

- Me gustaría entenderle...

- ¿Cómo puedo ayudarle a vivir mejor o aliviar su sufrimiento?

- ¿Cómo puedo entender qué necesita para estar más tranquilo?

- Parece que está enfadado y no entiendo por qué.

Y tantas otras preguntas nos pasan por la cabeza a muchas personas que convivimos con algún animal... En definitiva pueden resumirse con: ¿CÓMO PUEDO COMPRENDERLO MEJOR Y AYUDARLO? ​

 

Personalmente estas preguntas se intensificaron cuando adopté una gata que llegó a mi casa sin yo saberlo. El caso es que los Guías me mostraron que era importante que se quedara en casa, yo ya vivía con otro gato y así lo hice.


Ella caminaba con la cabeza de lado, tenía mala coordinación y unas dificultades de salud que fueron muy bien atendidas por el veterinario y su equipo. Estuvimos tratando una infección de oído con diferentes medicamentos y no se acababa de recuperar, además era sorda, porqué le gritaba justo detrás de la oreja y ni se immutaba, sólo el sonido de las teclas agudas del piano la hacían reaccionar y venía bien pegada a él cuando lo tocaba.


Yo hacía días que energéticamente le veía una bola negra en la cabeza, le aplicaba luz y hacía las sanaciones que sentía apropiadas para acompañarla, pero no desaparecía.


En este proceso se me mostraron imágenes de su camino vital hasta el momento: había estado adoptada por una familia (padre, madre e hija de unos 4-5 años con una media melena rubia y lisa) en un pueblo a 15 minutos del mío; pero por algun motivo que no se me revelaba había sido abandonada al final de la calle de arriba de la mía; el padre de la familia la sacó del coche, con una barra metálica le golpeó la cabeza y la dejó delante de los contenedores, dándola por muerta.


La gata estaba enfadada, todo el día sentía que me decía "he venido por la niña, yo quiero estar con la niña, vine a acompañar a la niña" y yo conversaba a menudo con ella para ayudarla a entender que su camino había cambiado y que en casa era más que bienvenida. Su actitud era dulce y desafiante al mismo tiempo, buscando el contacto constante y también rompiendo cualquier objeto que encontraba en su paso, maullaba afónica de frustración.


Finalmente me atreví a decirle al veterinario lo que veía energéticamente y afortunadamente él lo acogió y la derivó al hospital veterinario de la zona, donde le detectaron un tumor cerebral que por su tamaño también le afectaba los oídos: era operable.

Llegados a este punto, la veía tan enfadada que hasta se me comunicó su Ser Superior, diciendo que quería recoger el alma encarnada como la gata que yo conocía.  Esta comunicación con el Ser Superior siempre va acompañada de una sensación de paz y amor inmensa, las palabras llegan con claridad, con un tono pausado, pero firme a la vez; la cual cosa es enormemente diferente de hablar con el alma encarnada que se expresa mucho más desde la emoción.


Cuando me ponía delante de ella y le preguntaba qué quería ella, su respuesta era "yo quiero volver a Mi, estoy cansada". Lloré mucho y acepté que éste podía ser su camino con todo el dolor que me despertaba, aún así y aunque mucha gente me decía que la dejara morir y no me gastara el dinero en operarla decidí hacer la operación. Sentía que tenía que hacer todo lo que estaba en mis manos para acompañarla, independientemente del desenlace.

Después de la operación la bola negra había prácticamente desaparecido, seguía con la cabeza torcida y sin atreverse a saltar o correr descoordinada, pero ya no maullaba tan afónica, ni rompía cosas a cada momento. La seguí llevando al veterinario y recibió toda la medicación que le indicaban, por mi parte le seguí haciendo las sanaciones que sentía durante semanas.

​Meses más tarde y hasta día de hoy tiene la cara más relajada, maúlla suave (menos cuando se enfada), se gira incluso cuando digo su nombre suave y puede correr y saltar con seguridad, la cabeza aún la tuerce un poco, pero la mejora es abismal. Celebro que finalmente haya decidido seguir acompañándome a mi y a todas las personas que tienen la fortuna de vivir una sanación en su compañía, pues es rara la vez que no se hace presente cuando hago estos trabajos.


Esta experiencia fue una de las más duras en el aprendizaje del desapego para mi. Aquí aprendí que amar es aceptar el Camino del Otro sin condiciones, dar por puro sentir, no esperando nada a cambio, ni ningún resultado en concreto: dar incluso sabiendo que el otro puede marcharse en cualquier momento.


Amar és abrirse al Amor sin contemplar el dolor o la pérdida, es quitarse la armadura en medio de un combate, sonreír ante las adversidades y sobretodo estar presente en Cada Momento: el Amor no existe ni en pasado ni en futuro, el Amor se expresa en Presente, es Eternidad en esencia.








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